
Cada sistema operativo trae su propio gestor de arranque, y al instalar un sistema operativo nuevo automáticamente se sobreescribirá el MBR del anterior o anteriores instalados. Siempre se conservará el gestor de arranque del último S.O. instalado, por ello debe de ser compatible con los sistemas instalados anteriormente. De no ser así no podremos iniciar más que el último S.O. instalado. Instalaremos con el procedimiento habitual, creando las particiones correspondientes y nunca instalando 2 S.O. en la misma partición.
Primero se instalarán los sistemas Windows que deseemos del más antiguo al más nuevo, Win9x, WinXp, Vista, etc...
Después MacOS X en el caso que nos interese (Versión para intel)
Y por último las distrubuciones Linux, primero las que utilicen el gestor de arranque LILO y después las que usen GRUB (Ubuntu)
No hay que olvidar que los sistemas Win utilizan FAT o NTFS como sistema de archivos mientras que Linux utiliza ext2, ext3, ext4... Al igual que necesita una partición SWAP de al menos el doble de la memoria RAM de nuestro equipo. Aunque hoy en día esta regla no es cierta del todo ya que podemos crear una partición SWAP de 4GB que nunca se llegará a usar al 100%.
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